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Este objeto se centra en el año 1957, es decir, en la etapa educativa de los años de decadencia (1945-1962).

 

La dictadura franquista se divide políticamente en dos etapas: la primera (1936-1951), donde se implanta el modelo educativo del “Nuevo Estado”, proyecto basado en la ideología del Nacional-catolicismo; y la segunda etapa (1951-1975) en la que se producen cambios aunque manteniendo la fidelidad a las ideas esenciales. Nuestro objeto se centra en la segunda etapa franquista.

 

En el terreno pedagógico se niegan y se rechazan con inflexibilidad absoluta el ideario de la Institución Libre de Enseñanza y los postulados pedagógicos de la República mediante un nuevo modelo educativo. Se establece por el Régimen de Franco una firme política educativa en la que va a ocupar un lugar señalado y decisivo la censura, que sanciona, vigila y previene.

 

Desde el principio y en cada etapa de la Dictadura el Régimen franquista implantó una vasta e intensa política de control de la enseñanza sirviéndose de diversos organismos, entre ellos la Inspección de Enseñanza.

Historia

ORIENTACIÓN PEDAGÓGICA (1957)

Sus funciones abarcaron cualquier aspecto de la realidad escolar, y sus atribuciones fueron tan amplias como decisivas, al menos hasta final de los años sesenta. Los inspectores representaron siempre la autoridad, y ejercieron funciones autoritarias que generaban temor entre el profesorado. La inspección de Enseñanza fue uno de los organismos convertido en agente transmisor de la ortodoxia del nuevo Régimen y guardián fiel de los valores e ideologías de ese sistema.


La política educativa iría cambiando al ritmo de la política general. Se puso en práctica una política educativa que buscaba conseguir un doble objetivo: el primero era eliminar las instituciones escolares republicanas impidiendo que los maestros afines a esas ideas tuvieran la posibilidad de impartir enseñanza en las escuelas del Nuevo Estado; y el segundo  implantar la Escuela del Nacional-catolicismo a través del currículum.


En este doble objetivo se implicaron los profesores e inspectores para que el docente fuese el principal agente transmisor de los mensajes institucionales; y el inspector fuera el agente encargado de llevar a cabo la fiscalización y vigilancia del sistema educativo.


Durante la Dictadura, en el ámbito de la educación se registra una actuación ideológica y doctrinaria por parte de la Inspección, concretada en una fiscalización rigurosa e intensa de la Escuela. Esta actuación tuvo su justificación en los principios patrióticos, los dogmas religiosos y las referencias a la tradición, intentando vigilar al docente, su ideología, conducta o actitudes y controlar que se inculcasen en la escuela los principios del “nuevo espíritu”, con el objetivo de formar y modelar una personalidad similar a la filosofía del Nacional-catolicismo. Estas prácticas se observaban a través de los aspectos organizativos y de funcionamiento de los centros, o de la innovación de cuestiones metodológicas o didácticas.

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