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Este material se enmarca en la etapa educativa del franquismo denominada la Tecnocracia (1962-1975).


En él podemos observar cómo el régimen político que se impone en España a partir de la guerra civil se preocupa de deslegitimar el sistema escolar de la República.

 

En los primeros años la educación solo interesa al Gobierno como vehículo transmisor de ideología, sin importarle en exceso su organización y estructura interna. Así, proliferan decretos y órdenes ministeriales con una sola idea: la educación tiene que ser católica y patriótica. Hay, por lo tanto, un rechazo frontal a la política educativa de la República.


Podría caracterizarse el sistema escolar de la posguerra por una serie de aspectos. En primer lugar se define una enseñanza confesional católica basada en tres premisas fundamentales: educación de acuerdo con la moral y dogma católicos, enseñanza obligatoria de la religión en todas las escuelas y derecho de la Iglesia a la inspección de la enseñanza en todos los centros docentes. Se observa igualmente una politización de la educación por medio de una orientación doctrinaria de todas las materias.

 

Historia

BOLETÍN DE LA INSPECCIÓN PROVINCIAL DE ENSEÑANZA PRIMARIA (1965)

En tercer lugar se establece la subsidiariedad del Estado en materia de educación, porque es la sociedad la que asume las competencias en este terreno; esto no se entiende como subsidiariedad en el sentido liberal, sino que significa que el Estado se desentiende de la tarea educativa y la deja plenamente en manos de la Iglesia. Como ya se ha dicho, se produce una ruptura total con la época anterior, rechazando todos los avances de la República en cuanto a la renovación de los métodos pedagógicos y a la mejora del nivel intelectual de la enseñanza.

 

También es importante la separación de sexos por la prohibición de la escolarización mixta. Finalmente, se incrementan el elitismo y la discriminación en la enseñanza, manifestados principalmente en la existencia de un sistema educativo de «doble vía»: el Bachillerato para las élites y otra vía para las clases más desfavorecidas.

 

En la década de los 50 se observa una cierta apertura en el mundo de la enseñanza. Persisten la confesionalidad y el predominio de la Iglesia, pero remiten un poco el patriotismo y la preponderancia del adoctrinamiento político sobre el técnico-pedagógico. Tres leyes básicas se promulgan en esta etapa. En primer lugar, la Ley sobre Ordenación de la Enseñanza Media conocida como «Ley de Ruiz Jiménez», de 26 de febrero de 1953. Esta normativa significa un nuevo enfoque de la educación, menos dogmático y más atento a la calidad intelectual de la enseñanza; además, supone un primer paso hacia la generalización de la escolaridad hasta los 14 años, aunque se mantiene la doble vía.

 

La segunda ley fundamental, decisiva en este caso para la escolarización real de la población infantil, fue la de 22 de diciembre de 1953 sobre Construcciones Escolares, donde se establece un sistema de convenio entre Estado, ayuntamientos y diputaciones para la construcción de escuelas.


Finalmente, en los años 60, la expansión económica y el proceso de industrialización produjeron una importante evolución en nuestro sistema educativo que culminó con Ley General de Educación de 1970 del ministro de educación de entonces, Villar Palasí, que supuso un importante hito en el sistema educativo español.

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